Me la permitís ¿vale?
Los videojuegos nunca dicen: te dejo, me voy con otro jugador.
No se van de vacaciones
No tienen curro
No tienen otros colegas
Ni novias o hijos
Los videojuegos se alimentan de tu soledad
Te miran con ojos llorosos desde la estantería
o desde su icono en el escritorio
-Porfi, juega conmigo-
Están profundamente entregados
son una oferta eterna
Te necesitan para existir
Y es un gusto
que alguien dependa tanto de tí
Durante unos instantes
los que dura el encantamiento
no te sientes tan solo
Puede que luego te descubras
En tu cuarto con un mando en las manos
Oyendo a los niños jugar en la calle
Pero durante un tiempo
Estabas ahí o en ninguna parte
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